Félix Miranda Quesada - Consultor
La depresión y la ansiedad, que agobia a tanta gente – Puede ser usted o
puedo ser yo – tienen, con frecuencia, un origen: aceptar y tratar los mitos,
como realidades. Y, eso es, en realidad una cultura generalizada, porque así
nos han enseñado o así, hemos aprendido.
Con
marcada recurrencia, las personas no saben diferenciar entre la realidad y las
historias contadas, heredadas o aprendidas. Son nuestras historias, no nuestra
realidad, historias que son ficción y constituyen mitos. Algunos de ellos son: las cosas siempre me salen mal; él siempre
me hace enojar; no puedo cambiar mi estado de ánimo; todo es culpa mía; soy un
perdedor; nadie me quiere; nunca volveré a amar, y la lista continúa.
Se le hizo
familiar la lista anterior. No me extraña, es el común denominador en la
mayoría de los seres humanos. Estos mitos – historias constituyen reglas
infalibles, según nuestro pensamiento. Pero ¿quién podrá predecir el futuro y llegar
a conclusiones tan precisas e irracionales?
Observe
las expresiones, tan vagas, podría decir, que predominan en esos mitos,
siempre, nunca, no puedo, todo. ¿Cómo puede alguien, con tal precisión
matemática o contable, predecir el futuro para decir: nunca podría, nunca lo
lograré, nunca seré?
Le
propongo al lector el siguiente ejercicio: cambiar la forma de interpretar las
siguientes situaciones:
Digámoslo
de manera diferente:
Es lo que
usted está afirmando lo que tendrá impacto en su vida y lo hará sentirse bien
con usted mismo. Las cosas que más conducen a la depresión y la ansiedad son
aquellas constituidas por la ficción y que tomamos como un hecho.
Uno de los
mitos que con frecuencia escucho es el de considerarse castigado por los actos
del pasado y, todo lo que ocurre a nuestro alrededor se le adjudica a la vida
pasada.
Observe
cómo, la interpretación depende de nuestro apego a los mitos, los que nos hacen
ver todas las cosas de forma negativa pero, a la vez, observe también, como es
posible con un cambio mental, corregir esas distorsiones para no ver el vaso
medio vacío, sino, medio lleno.
Veamos:
“Las cosas nunca me salen como deseo”. ¿De verdad? ¿Nunca? ¿Está seguro? ¿No será
ésta, una aseveración algo temeraria? La verdad es que las cosas a veces no
salen como se desea, pero, rompiendo mitos podríamos concluir que estamos
equivocados al afirmar que nunca y, además, que el que no siempre salgan como
lo deseamos, no es, necesariamente, malo. ¿O qué le garantiza, con la precisión
que lo afirma, que lo que le ocurrió estaba malo? ¿Porqué está tan seguro que
lo que usted esperaba, era lo bueno?
Rompa
mitos, cambie su mente, acabe con su depresión y sea feliz.
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